Hay textos dramáticos que pueden ser disfrutados en la lectura, más allá de una posible puesta. Este conjunto es puro deleite literario, voces que aparecen evocando pasados, bordeando o cayendo en la poesía, amores contrariados, impulsos de infinito. En Algo más verdadero conviven lo grave con lo liviano, las referencias pop se incrustan en lo clásico, se vuelve presente lo musical y el humor, pero también esa melancolía que produce el abandono de las zonas seguras. Ariel Gurevich escribe con una libertad a la que no suele disponerse la dramaturgia. Lo banal se choca con lo elevado y ahí se gesta la escena.