En este libro que reúne crónicas y entrevistas, Éric Sadin llega al hueso mismo del fantasma que hoy recorre al globo: bajo la fábula de la complementariedad humano-máquina, lo que está sucediendo ante nuestros ojos es el desplazamiento a un lugar marginal, como inútil o imprecisa, de la evaluación humana de las situaciones. Si “nuestras vidas serán cada vez más administradas por espectros”, como escribe el autor, cabe añadir que no los detectamos como espectros sino como verdad. No solamente esto: estamos ya casi dispuestos a considerarnos a nosotros mismos los espectros imprecisos que no saben capturar los contornos de este mundo. Lejos de un rechazo de plano de la máquina en sí, hay que resistir a la silicolonización del mundo oponiéndose a todo aquello que, mediante máquinas, pretenda desmontar lo público y las variables cualitativas del trabajo y de la vida.