Podría afirmar que hubo una voluntad de estilo pero no sería honesto. Eso se puede decir con la ventaja que da el paso del tiempo. En aquel momento en que caía a pedazos todo lo que me rodeaba, sólo tenía, lo mismo que con Historias Polaroid, una cosa clara: todo lo que no quería hacer. Tics líricos, anáforas, epígrafes, música corsé, esos y los demás signos externos de la poesía tópica cancelados y desterrados. Quería el lenguaje crudo, objetos reales, ni una sola explicación. Nada de utilería sentimental. Del lado narrativo, consciente de mis limitaciones, era claro que la historia daba para una distancia corta. Me fui quedando con los elementos mínimos necesarios. Ni siquiera la radiografía: Asfalto es el electroencefalograma de una novela.
Luis Chaves
Zapote, abril de 2012