Contra la semiología estructural de inspiración lingüística, que solo ve signos en el lenguaje (simbólico y articulado, por lo tanto, exclusivamente humano), Peirce nos ofrece una semiótica serial, pluralizada y abierta, que es una lógica general de las ideas, en la que todo es signo, y el signo remite a la totalidad del pensamiento (por lo tanto humano y más allá de lo humano). El pensamiento se bifurca en su expresión, que puede ir de un libro a una cabeza, y de esta a otra cabeza, a un objeto, incluso a un animal o planta, en una serie de interpretación infinita siempre por algo y para alguien.
El científico y filósofo Charles S. Peirce (1839-1914) es reconocido como uno de los pensadores más brillantes y creativos que Estados Unidos produjo. Escribió acerca de gran variedad de temas y, entre otras cosas, se lo considera fundador del pragmatismo y la semiótica moderna.
Como muestran los textos recogidos en este volumen, para Peirce, la teoría del signo va mucho más allá de una mera definición y clasificación: la semiótica nos lleva al centro mismo de su sistema filosófico, pues todo lo que hay es signo y conocer el mundo no es más que una manera de interpretarlo. Peirce sostiene una concepción triádica –objeto, signo, interpretante– que nos lleva a la continuidad entre mundo y mente, superando así las limitaciones del enfoque lingüístico y estructuralista. En virtud de nuestra naturaleza semiótica estamos esencialmente abiertos y formamos parte de un proceso ilimitado de crecimiento.
Así, la semiótica nos ayuda a comprender mejor al ser humano y a darnos cuenta de que no vivimos aislados, sino en un mundo de signos que nos permiten conocer lo que nos rodea y conectarnos entre nosotros.