La noche de su presentación final, Nijinsky declaró su casamiento con Dios y se entregó a la escritura de estos textos casi sin pausa, durante poco más de un mes, hasta que fue internado en un hospital psiquiátrico. Este libro de culto, generalmente traducido como “Diarios” (pese a que el propio Nijinsky les llama Cuadernos), está hecho de una escritura que oscila entre momentos de un tono confesional y una profundidad mística, aunque siempre desbordante en ritmo y estilo poético. El lenguaje, llevado hasta el límite de la ecolalia, hace de la lectura un proceso exasperante y magnético.