Una chica trabaja un verano como guardavidas en la región costera de Coquimbo, en Chile, y lleva un “diario de vida”. En algún momento, escribe: “Son dos cosas y se cruzan”. La vida y la escritura. La escritura y el mar. Y en otro: “Me llega a dar risa cuán metaforizable es esta situación”. Compartimos ese placer en la lectura. Entre boyas, algas y otros objetos y seres marítimos, nos vamos encantando por una expansión de la metáfora que se despliega en el texto como el movimiento de acercarse y alejarse de una ola, de dejarse tomar y llevar, y de resistir, para fijar un lugar desde donde se mira. La mirada de Natalia Figueroa Gallardo es un ejercicio diario de comprensión del amor, de la destrucción, de la desigualdad, con una melancolía que la escritura atraviesa sin llegar a inmovilizarse, cultivando la inestabilidad de los sentidos. Escribir es un poco como nadar. Vivir también. Y más en este mundo, confrontadas a lo que no nos pertenece, y sin querer adueñarnos de ello. Travesía, resistencia, atención y cuidado. Diario de una guardavidas es un libro sobre el cuidado; sobre observar, admirar y proteger la libertad ajena. Sobre cómo tomar distancia sin descuidarse, atentas a la posibilidad de formar parte de otra vida, que en un instante, como en un breve abrazo, puede hacernos vibrar renovadas.
Paloma Vidal