Los poemas de El Cuerpo -asi como los de La vista y Lo intacto, libros anteriores de Masin- derivan de peliculas. Pero son cinematográficos no por depender de la imagen en sí, sino por habitar una narrativa ya contada, una historia cuyo final ya conocemos, y hacer de ella algo intensamente nuevo. Por respirar, se puede decir, dentro de un cuerpo ajeno que se vuelve propio también. Con ternura y ferocidad, y con la empatía -eléctrica y radical- que la caracteriza, Masin nos recuerda que el gran milagro de vivir sería poder decir -decirnos- "aunque la trama / esté llena de dolor, ni vos ni yo / cambiariamos nada". (Texto de contratapa escrito por Robin Myers).