Un territorio incierto. Personajes con nombre de canción, la música como trasfondo, entre el encierro y la vitalidad. Permanencias y huidas, erotismo y sensualidad, tristezas prohibidas. El ritmo de la amistad marcando el tempo. Esta segunda novela de Juan Cerono combina todo esto creando un universo que, como nos dice Julián López en su contratapa, parece escrito sobre un pentagrama. Con un lenguaje lúdico y destellos de poesía, de a poquito desentramamos las historias y las canciones, conversamos con ellas, corremos con ellas, sentimos sus aromas y no es imposible alejarnos de este mundo “triste y maravilloso”.