Marcel Schwob (1867-1905), “nada menos que el padre de una poesía distinta” —como lo definiera Apollinaire—, constituye uno de los representantes más destacados surgidos del simbolismo francés.
Poseedor de una gran erudición, admirador de Shakespeare de quien tradujo, en versiones admirables, Macbeth y Hamlet, tuvo como predilecto y arquetipo a su coterráneo François Villon, el poeta mendigo. Esta predilección explica bien el cariño hacia los humildes y descastados que aparece en su obra.
A los 23 años conoce a Louise, una joven callejera, menuda y frágil, de quien se enamora apasionadamente. Tres años después, minada por la miseria y la tuberculosis, muere Louise, dejando inconsolable a Schwob que se esforzó en salvarla cuidándola con una ternura exquisita. “Reintegrado a su soledad y a su desesperación”, escribe entonces su obra maestra, El libro de Monelle (1894), verdadero poema en prosa, que fue en gran parte inspirado por el recuerdo de Louise, y en donde aparece furtivamente bajo la máscara de Monelle y sus hermanas.