En El Quinquela se conjugan una escritura torrencial y una imaginación desaforada. Muchos de los cuentos están concebidos como una puesta en abismo de las relaciones padre-hijo. Todos están sujetos a una lógica rigurosa que atiende a las necesidades del relato. ¿Cuánto vale una obra de arte? ¿Cuánto una bicicleta? Mucho, si lo que ponen en juego son las viejas artes de narrar.
Delirio, precisión, velocidad; cada vez que empieza un relato no podemos abandonarlo hasta terminar. Para muestra: si decimos que la cola del supermercado es la cola del infierno estamos siendo literales, con el libro y con la vida. Ese cuento o aquel otro sobre un caballo legendario, Botafogo.
Y cuando termina cada cuento, empieza el gran misterio de la literatura, ese por el cual usamos nuestro tiempo, valioso, leyendo o escribiendo. Este primer libro de Edmundo López es un libro a la vez maduro y jovial.