Reverberación y transverberación, de esto tratan estos diarios, que se leen también como un arte poética. María Lucesole vuelve a merodear los secretos indescifrables de la naturaleza, y la adoración por la luz es lo que mueve estas páginas. Mirar de reojo, hacer lo más inteligente que una persona puede hacer: quedarse quieta, son maneras de atrapar los encuentros entre la luz y los objetos sin destruir ni la luz ni las palabras. Esas reverberaciones son el combustible de una voz que encuentra en la transverberación el camino hacia una libertad poética donde ya no habrá secretos ni artificios. Flechas lanzadas desde ninguna parte es el mejor título para este libro, que se lee con las ganas de desentrañar la pasión de una artista favorita.
-Inés Acevedo