In vitro es un libro necesario. In vitro es un proceso, una búsqueda, una pérdida, muchos duelos. Es tiempo y es espera, una manera de prepararse para ser otra. Es un ejercicio de paciencia, un ejercicio de alucinación, una historia de fantasmas. También un punto de luz. Una ola gigante que nos revuelca pero no nos traga, como las diferentes maneras de ser madre. In vitro son preguntas que van encontrando respuestas, en el deseo y en el miedo. Una angustia anticipada. Pero, ¿de qué se trata ser madre? ¿Nos preparamos para serlo? No todas somos madres pero todas somos hijas, y este libro habla de las generaciones de mujeres, las madres muertas, las deseantes. Y de lo nuevo, el porvenir. Leer a Isabel Zapata es encontrar un camino, entrar en un bosque secreto y darle la mano para atravesarlo. Ella escribe de lo que pocas personas hablan porque no todas las gestaciones son iguales, ni fáciles, ni felices. Algunas ni siquiera duran nueve meses, son búsquedas prolongadas y encuentros ansiados. Hay silencios y transformaciones como en este libro profundo y fragmentado: “Quiero decirlo todo y saberlo todo y escucharlo todo, romper con el pacto de silencio que mantiene en aislamiento los temas dolorosos relacionados con la maternidad”. A mí, como a ella, también me parece que todo tiene que ser contado, las palabras son un refugio y a la vez una manera de compartir experiencias. Una manera de salir del silencio es ser activistas, porque maternar también es arte y es política. A veces las palabras no alcanzan pero son precisas y, como dice Jane Lazarre, “si no contamos nuestros relatos, ¿quién lo hará por nosotras?”.
Marina Gersberg