Una exquisita pieza compuesta de relato e imágenes: informe, bestiario y novela en los que se conjugan humor, pseudociencia e historia desde una perspectiva inédita en la narrativa argentina.
Esta segunda novela confirma a Roque Larraquy como una de las voces más finas y originales en el panorama de la nueva narrativa. Una ficción que reelabora el discurso positivista y de las pseudociencias de comienzos de siglo XX con una impronta absolutamente personal.
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Con un universo que remite a las ficciones científicas de fines del siglo XIX y principios del XX, Roque Larraquy (textos) y Diego Ontivero (ilustraciones) han creado un libro inclasificable, que comienza con el registro a modo de bestiario de los casos más insólitos de la ectografía en la Argentina. Presencias etéricas que provocan situaciones absolutamente extrañas –y hasta alteran las leyes de la física– son registradas con la técnica de la fotografía ectoplasmática, que revela en cada caso el ectoplasma de un animal muerto. De a poco, la narración va dando lugar a los métodos –bastante cuestionables moralmente, por cierto–, los fundamentos y los orígenes de esta pseudociencia, y a la lucha de su fundador por separarla del espiritismo y la magia y elevar su estatus al de una disciplina científica que, según cree, puede hacer “grandes” aportes a la sociedad en el contexto del primer golpe militar en la Argentina. Arte por partida doble en una novela fantástica, no exenta de humor, sobre los devaneos de la ciencia, el poder político, las obsesiones y aquello que perdura después de la muerte.