Una madre que no pudo. Una hija que (se) construye una realidad bella, poética, segura. El relato, y la vida, se desarrollan potentes y sensibles, tanto como lo es su protagonista. Su infancia y adolescencia, la ausencia de su madre, los amores, las amigas que siempre están, su propia maternidad, se van hilvanando en un entramado frondoso y lleno de matices en el que la correlación está dada por el afecto. La búsqueda del buen vivir, por hacer de este mundo un lugar mejor para sus hijxs, transmite esperanza y nos hace a lxs lectorxs sentirnos cerca. La lenta reparación de los tejidos es, principalmente, una novela luminosa.