Es tentador pensar que este libro se comenzó a escribir cuando se forjaba una generación de escritores y lectores, en los intensos finales de los años sesenta y los primeros de los setenta, durante uno de los momentos de mayor ebullición cultural de Buenos Aires. En ese entonces, Luis Gusmán trabajaba en la Librería Martín Fierro, en la calle Corrientes, donde se cruzaba y trababa amistades literarias definitivas con Leónidas Lamborghini, Héctor Libertella y Ricardo Piglia, quienes comenzaban a revisar para siempre la tradición literaria.
La literatura amotinada es un libro sobre la manera de leer de una generación, que produce un estilo de escritura, apuesta por un trabajo enfocado en el lenguaje, y coloca a la literatura como agente de un motín que debe revolucionarse a sí mismo para cambiar la realidad.
Gusmán lee a partir de las escenas de lectura que las propias literaturas de Lamborghini, Libertella y Piglia construyeron, para revisar y refundar una idea de la tradición literaria argentina. Su estilo es analítico y emotivo a la vez, y sobre todo postula un modo de leer cercano al lenguaje, a la manera en que los escritores saben hacer.
Edgardo Dieleke