La imagen demora en llegar. Descripciones poéticas, parsimoniosas, que dan pie a una escena de ensueño, de colores suaves. Hasta que descubrimos que estamos ahí, en realidad, en una sala de cine, viendo aquella película que acaba de terminar, fundida en aplausos. A través del ojo del protagonista, un crítico de cine abocado a escribir sobre cómo ve lo que ve, percibimos una realidad por momentos distorsionada, como si la cadencia de lo escrito fuera capturada por una delicada poética que funciona como sarcasmo, también, sobre el lado más opaco del mundo del cine, los festivales internacionales, las lógicas de producción. La novela de Juan Pedro Somodi avanza con elegancia con un caudal de recursos que la vuelven fresca, airosa y repleta de contradicciones. La vida del crítico de cine se termina enrollando sobre sí como un caparazón, y ya no es más que una película, también, una que funde a negro hasta que deja caer los créditos, sin respondernos, del todo, por qué.
Camila Fabbri