Oscilantes entre el deseo desesperado y la amistad fraternal, entre el enamoramiento ingenuo y la persecución policíaca, los personajes de La otra mejilla resultan memorables. La novela fue publicada originalmente después de La brasa en la mano y antes de El ahijado, y es un nexo-bisagra perfecto entre la primera, donde lo que predomina es el sistema de relaciones solidario de una comunidad marginal, y la última, en la cual las acciones en primerísimo plano tienen una carga sexual avasallante. En La otra mejilla Villordo introduce pigmentos del género policial y la oficina como un territorio donde los personajes deben cultivar el arte de la discreción ante la hostilidad reinante, y redondea una trilogía formidable, transgresora y valiente.