Como la de todo clásico, la narrativa de O. Henry ha atravesado a legiones de lectores a lo largo del tiempo. Sus historias de proscritos, desclasados, vaqueros enamorados y latifundistas venidos a menos nos cautivan de manera inadvertida: en ellas caben las aventuras y desventuras del género humano, sus complejos enredos. Jorge Luis Borges describió a O. Henry como un maestro del «relato en cuya línea final acecha una sorpresa», y en él reconocemos a un precursor de Truman Capote, Flannery O’Connor, Raymond Carver y Richard Yates, entre otros grandes nombres de la narrativa estadounidense. La senda del solitario reúne catorce de sus relatos más brillantes, traducidos por Marcelo Cohen con gracia y precisión.