Estamos en 1997. Argentina es presidida por un doble del almirante Massera que, desde su shopping center, maneja los hilos del poder. La Policía del Símbolo, que se encarga de prever cualquier cambio de la opinión pública, recluta a telépatas sin trabajo, precognitores rapados y psicoanalistas inescrupulosos con el fin de hurgar en sus cerebros en busca de futuros posibles pero no probables.
El clima se ha enrarecido aún más debido a la súbita aparición de grupos terroristas, como los Guerreros de Krishna o los consumidores, y del culto al Padre Satanowsky, un siniestro profeta de la televisión que disputa el poder irradiando magia negra para invocar los espíritus de Aleister Crowley y de Timothy Leary.
El precario equilibrio social estalla cuando Killing —y su fiel Dana— irrumpen en la escena política a los balazos, desencadenando la sangrienta masacre de Navidad en el Shopping Center Almirante Massera. Pero Killing es también un personaje de ficción inventado por Kimo, un pacífico y atribulado escritor que sufre un intenso odio hacia sí mismo por haber sido el inspirador del asesino caníbal que usurpó la personalidad de su criatura.
En este clima enrarecido de fin de siglo se desarrollan las aventuras de Killing, un psicópata identificado con un personaje de historietas, quien será capturado y transformado en un videojuego holográfico manejado por el cerebro de un exguerrillero en suspensión criónica. Una vez transformado en realidad virtual, Killing deberá enfrentarse al “verdadero” almirante Massera, que lo espera en el Santuario de los Telemuñecos para iniciar una lucha que no terminará jamás.