Una serie de historias en apariencia independientes pero enlazadas por un sutil hilo rojo y divididas por dos epígrafes (uno muy largo, del iconoclasta Karl Kraus; otro muy breve, de la bruja Clarice Lispector), explotan sobre lo no dicho desde los ojos de la infancia contra el peso abrumador de la lógica adulta.
Sadi es una orfebre del lenguaje, que encuentra en tres puntos de apoyo -la citada Lispector, Sara Gallardo y Aurora Venturini, de quien su madre fuera su última asistenta y le asignó el legado- los materiales necesarios para renombrar el mundo.
La venganza es un gato amarillo no es literatura: es talla.