Esta historia parece lejana. Pero es una historia que merece ser contada, pues atañe a nuestro presente. Las curaciones de Mesmer fueron célebres, y violenta fue la reacción de la ciencia moderna que lo condenó. Una ciencia que, basada en los principios todavía no muy asentados del método teórico-experimental, montó un astuto dispositivo de refutación. Pero que nunca logró hacer tambalear la evidencia de que los y las pacientes de Mesmer se curaban, aunque lo hicieran “por malas razones”.
Este libro no solo se compone de los textos en que Mesmer nos presenta ese fluido universal que creyó encontrar tanto en el movimiento de los astros, como de las mareas, como en todos los cuerpos vivientes. No solo suma las entretenidas crónicas de sus curaciones y de las reacciones de la época. Lo que lo hace aún más valioso, y es el gran mérito del texto de presentación de Isabelle Stengers, es que nos muestra por qué el desatino de Mesmer todavía sigue interesándonos hoy. La ciencia experimental, señala Stengers, está sometida a la parábola del farol: un hombre perdió sus llaves y las busca debajo de un farol encendido. Alguien se acerca y lo ayuda a buscar. Al cabo de un rato, se atreve a preguntarle si está seguro de que las perdió allí. “No, responde el otro, en absoluto, pero es el único lugar donde puedo ver algo”.
Lo que se revela es la inherencia entre la medicina moderna y una especie de personaje conceptual, el “charlatán moderno”, personaje que Mesmer encarnaría a la perfección, y que nunca puede ser extirpado del todo de su seno. Este charlatán es moderno porque, aunque no lo satisface, se para sobre el mismo suelo que el método teórico-experimental. Entonces, a diferencia del modo definitivo en que la química se desentiende de la alquimia, o la astronomía se despega de la astrología, la medicina no puede desterrar tan fácilmente esa sombra. La tarea, si hubiera una, podría ser la de desacostumbrarla a ver solamente bajo la luz de un farol.
Franz Anton Mesmer
(Alemania, 1734-1815) fue un médico, filósofo y aficionado astrónomo alemán, inventor de la teoría que él mismo bautizó “magnetismo animal”. Sostenía la existencia de un fluido magnético, una fuerza que se encontraría en todos los vivientes, afectándolos fisiológicamente. De esta idea se derivó una terapia, que rápidamente se volvió famosa en su época, que consistía en la manipulación de este fluido con metales magnetizados. Rechazado por las sociedades médicas de Alemania y Austria, Mesmer fue bien recibido en París, donde pudo desarrollar sus curaciones, incluso a distancia y en eventos masivos. Con la popularidad y fama conquistadas, Mesmer buscó la aprobación de sus pares, sin embargo, la Real Academia de Ciencias, la Real Sociedad de Medicina y la Facultad de Medicina rechazaron sus ideas y prácticas. El propio rey de Francia Luis XVI formó una Comisión Real que terminó en una refutación de la teoría mesmeriana.
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