Desde el lugar donde se puede ver todo, desde ahí: la cúpula del Antropoceno se cae a pedazos. Katherina Frangi nos lleva en una misión de regreso que busca examinar el camino de la evolución, la gran metáfora del siglo XIX, y sus reveses: la resurrección y la metamorfosis que escapan a aquella recta vía. Los personajes exploran, explotan, se examinan, se rehacen, mueren y paren, intentan no comunicarse y siguen insistiendo, porque no se rinden ni retroceden sino regresan, que no es lo mismo. Un clima épico y triste recorre todas las páginas, como si también se desandara el camino del héroe tradicional: aquel de la ascensión y la caída. Aquí, en cambio, el vuelo para regresar al agua, el “droneo” futuro o antiguo del mundo, de una aldea, de una ciudad. Una escritura: la de regreso sin heroísmo, la del amor sin forma, la de la especie de la memoria que no es otra sino la lengua, la que Katherina Frangi trama con precisión, con la conciencia de la única resurrección posible y comprobada. Eso que llamamos literatura.