Se podría decir ser mujer es tener un nombre de guerra: eso te manda al frente de batalla. Ser poeta también. Porque hay que buscar decir entre los decires, en un lenguaje que siempre quiere decir otra cosa. Entonces: la belleza es la plaza, protestar, pero sobre todo la belleza es encontrar lo mutuo del sentimiento. La poesía surge cuando el yo se evapora, cuando la historia personal se sabe más allá de sí misma, en los sintagmas de la época, en las palabras de otrxs que buscan ser de muchxs más; cortadas, eso sí, en el verso. Que hace verso justamente para que no te verseen: cortar la frase dicha, lo que se cree sabido, porque ahí hay otra cosa, un animal al acecho, un poema, algo que puede estallar. De ahí salen los alumbramientos. Son imágenes que se yuxtaponen, te explotan la cabeza. Marina Mariasch te pone a mil, saltan lucecitas, fuegos. La poesía de verdad es la guerrilla de la lengua contra la lengua. Es el verso: corta, rima, se entiende o no se entiende, molotov. Vamos de nuevo. Eso es vivir, eso es la poesía. Un sentimiento mutuo, un lenguaje mutuo, que se hacen extraños y a la vez invitan a hacer un lazo. Hay vida, hay posibilidades, porque hay poesía. Pero sin inocencia: aquí, en la plaza, en lo cotidiano, desde ese fondo donde la voz de Marina Mariasch llama.
Anahí Mallol