¿Dónde termina el teatro y dónde empieza la vida? Todas las respuestas posibles a esa pregunta constituyen el centro nodal del maravilloso teatro de Maruja Bustamante. Ella parece decir: mi vida es ficción, mi ficción es mi vida. Porque no sólo los límites de la vida están difuminados, sino que además lo que sucede es una expansión: yo puedo escribir sobre mi vida pero además puedo ser un gato, o un loro, o Blanche DuBois, o Silvina Ocampo. Maruja Bustamante cambia su vida a través de su teatro. Como una vidente, sus obras aumentan, exageran o hasta profetizan la propia biografía. Por ejemplo en "Trabajo para lobos" habla de un padre agónico, y Maruja perdió a su padre en 2018, año en el que ella actuaba un personaje que cuidaba de una mujer agonizante. En "Una forma más honesta" Bustamante escribe sobre una relación con un hombre y una mujer que ella misma tuvo, y en "Las casas" es imposible no pensar en que Maruja vivió en cuarenta y cuatro casas en toda su vida. ¿Dónde está el teatro? ¿Dónde está la vida? ¿Son acaso dos cosas distintas para Maruja Bustamante?
Mariano Tenconi Blanco