Algo se nos oculta en el instante vivido. Algo embosca los espacios, se enmascara en el gesto, se reserva o se disfraza en el vínculo. De esa materia están hechos los cuentos de Josefina Arcioni.
Cuando la ficción se percibe otra, ajena, imposible, pronto se desdobla y abre un plano de la realidad que también habitamos y en el que nos reconocemos. Pero si entramos en la narrativa de esta ciudad como en un sitio familiar, se nos acerca tanto que nubla la visión, la extraña, y desde allí nos interpela.
Es intensa la pasión que arrastra a los personajes de estas historias en las que hay sensualidad, sinsentido, fracaso, muerte, distancia. También humor. El clima de cada cuento es único, diferente. El trazo siempre es sutil. En las páginas de Una ciudad otra late el cuerpo de la vida que la palabra silencia cuando nombra, encubre si revela. Y esto es así, porque la mano que las escribe es la mano de una poeta.
-Cecilia Sorrentino