“La nueva arquitectura andina destruye la arquitectura desde sus entrañas. Sobre una superposición de estructuras simples y económicamente posibles, Freddy Mamani construye una piel que la hace desaparecer. Es muy difícil dibujar el espacio percibido en uno de sus edificios. Y con esa disrupción jocosa, abofeteando los colores del buen gusto criollo, sin proponérselo, simplemente ignorándolo, va creciendo la ciudad más futurista de América Latina. El lugar donde todos vamos a querer vivir, y que Florencia Blanco ya fotografió para siempre.”
Lucrecia Martel