"La poesía", dice Marcelo Cohen, "es, cuando menos, el intento de romper las paredes del zumbido hegemónico, devolver al texto del mundo su carácter variable y, mediante tratos particulares con la palabra, impedir que las cosas se vuelvan definitivamente opacas y ajenas". Esta idea, articulada sobre una exquisita comprensión de la prosa, orienta y encauza los más de treinta ensayos y artículos aquí reunidos; un modo de aproximarse a la poesía que reconoce en ella su naturaleza impertinente, su obstinada voluntad de cambiar siempre de tema, "su equívoca cualidad de discurso y canto, alumbramiento y representación, molestia y consuelo, objeto y fantasma".
Escritos con una lucidez y una erudición inusitadas a lo largo de cuatro décadas, estos textos nos llevan de Rilke a Vallejo, de Poung a Mirta Rosenberg, de Wallace Stevens a Louise Glück, de A. R. Ammons a Heberto Padilla, de Larkin a Zurita, de Baudelaire a Alicia Genovese, y la lista sigue, desborda los límites de la lírica, nos confronta con las restricciones y las maravillas del lenguaje. Tal como señala Juan F. Comperatore en su prólogo, los "gustos opíparos" de Cohen sólo reconocen un punto innegociable: la convicción de que "cada vez que uno lee un gran poema tiene menos miedo a la muerte".