Vaca ganada narra un viaje que empieza a la fuerza: el protagonista huye de un crimen que lo tiene por sospechoso. Esfumarse se vuelve urgente, y sin embargo, quizá porque este personaje se pierde por los paisajes de una Argentina rutera, rural, el relato es moroso y contemplativo: hay tiempo de mirar y de pensar, al tiempo que se escapa. Con este movimiento pendular entre la acción y la reflexión, en el presente de esa acción interferido por el recuerdo, se construye esta novela, viaje en el espacio que pronto se convertirá en un modo de desplazarse en el tiempo: ajustando cuentas con el pasado. Mientras tanto, de un lugar a otro, funcionan como deslizamientos los paisajes, terráqueos o domésticos, y los amores on the road, que lo resignifican todo.