La poesía de Beatriz Vignoli tiene la virtud de llevar a una dimensión poética el devenir sensorial de una sociedad, cualquiera sea su punto de vista: íntimo o colectivo, histórico o cotidiano. Sus poemas producen una sensación de extrañeza o desvío y con una palabra sola que refulge, o un giro que fulmina como un rayo en la línea final, reverberan en el umbral mismo donde habla la poesía. Su alquimia del oficio literario combina las palabras en imágenes prodigiosas, en epifanías verbales, cumpliendo aquella definición de que la poesía es la mayor tensión del lenguaje en un tiempo determinado. Leer Viernes es acelerar por la soleada autopista de toda su producción en verso hasta tomar de pronto una curva que une los poemas del presente con los del comienzo, allí donde “el tiempo no existe”. Presentado en un revelador estudio preliminar por Marina Maggi, Viernes no sólo reúne en sus versiones originales completas cada libro de poesía publicado por Beatriz Vignoli en lo que va de este siglo, sino que incluye además un nuevo conjunto de poemas recientes (“Tálamo”), selecciones de dos poemarios casi desconocidos de 1979 y 1980, una sección que recopila poemas juveniles no incluidos en libros, una cronología ilustrada, información sobre las ediciones y un montaje de imágenes.