El poemario se llama Vírgula, coma en latín, y homenajea la demora, el detenimiento: acaso la condición primera para la poesía. Escenas que parecen acontecer en una quietud siempre prorrogada, momentánea e intensa. La poeta describe el (des)amor, la enfermedad, el abuso y los sentimientos más oscuros con un lenguaje filoso y poético, en escenas cargadas de melancolía, desbaratando lugares comunes, aludiendo apenas a lo que parece ser lo esencial.
A la coma se la invoca, celebra y condena; es a su vez íntima amiga y enemiga, todos los poemas se dirigen a un signo que parece decir más que las palabras que la rodean. Lugar fundamental tiene el ritmo en estos poemas, respetado y enfocado por la traducción. En las cesuras en el texto, en la inversión y en lo no dicho, parece que Janssen hace estallar el sentido en una lengua ligera como una mariposa.