Luis Hernández Camarero nació en Lima, en el 41, formó parte de una vanguardia peruana de muy buena cosecha: Javier Heraud, Antonio Cisneros, Carmen Ollé,
Rodolfo Hinostroza y José Watanabe. Todos poetas muy disímiles y potentes. Lo que vuelve singular a Hernández es que sólo publica tres libros y después empieza a escribir en cuadernos, a mano, y pintarlos con sus dibujos y regalarlos a sus amigos. Desde 1965 hasta su muerte en octubre del 77 no volvió a publicar en imprenta. Y las recopilaciones de su obra se hicieron juntando los cuadernos dispersos que Hernández fue dejando como una constelación en manos de sus amigos. Luis Hernández era médico y muchos de sus poemas hablan sobre determinadas medicinas. Una de las cosas que él buscaba con la poesía y la medicina era la de combatir el dolor de existir. Uno se imagina que un médico puede recetarte un antibiótico pero también la lectura de, por ejemplo, el Gran Gatsby, para curar cierto mal, ya que, como decía Pascal, una enfermedad primero es una enfermedad del alma.