El capitán Gonzaga entiende la vida como una forma de navegación. Es una suerte de filósofo rústico. Alguien que se mira a sí mismo desde lejos, que acaricia a contrapelo cada palmo de lo real. Sabe algo más: cuáles son los acuerdos y discordias que sostienen las palabras con las cosas y los hechos.Sabe que la verdadera tragedia es el fin de la tragedia. Y por sobre todo, sabe lo que es el tráfico de las palabras. Porque el mar gasta las palabras tal como gasta la roca antes de volverla arena, aire en el aire, fuga en fuga.